"Jesùs, viendo a su madre y al dicípulo a quien amaba, que estaba allí, dijo a la Madre: Mujer, he ahí a tu hijo. Luego dijo al discípulo: He ahí a tu Madre. Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa"
Juan 19, 26-27
En los libros de cuentas la primera mención al paso de San Juan se produce en 1849, cuando se encarga, según Cayón Waldaliso, al escultor Gerónimo Román, que en esa misma fecha realiza la Dolorosa, la efigie del discípulo amado, durante la abadía del Hno. Miguel Sánchez.
Imagen pequeña, de vestir, y con peluca de rizos, que pronto hace que el acerbo popular le bautice con el cariñoso apelativo del San Juanín de los tirabuzones.
Nuestro pequeño San Juanín, uno de los principales protagonistas del Encuentro, llegó hasta 1946, cuando, en 1946 el que hubiera sido Abad en 1940, Isaac Martín-Granizo, encarga a Víctor de los Ríos Campos una nueva imagen, más acorde con el patrimonio renovado de la Cofradía.
El nuevo San Juan, imagen con la que el escultor cántabro ganó el premio Nacional de Escultura de ese mismo año, es una figura un tanto inexpresiva, cuyo rostro no trasmite dolor ni dramatismo, siendo más espiritual quizá. Presenta el pie derecho adelantado, en actitud caminante, como queriendo correr hacia el Encuentro, mientras levanta el dedo índice de su mano izquierda.
El paso fue cedido a la Cofradía de Ntra. Sra. De las Angustias y Soledad para su procesión del Santo Entierro en el año 1948, así como las celebradas entre los años 1970 y 1980, cuando adquieren su propio San Juan al escultor Santos de la Hera.
La imagen fue restaurada en profundidad en 2005, por Dña. Francisca Romero Abajo, en un trabajo de limpieza y reintegración de lagunas pictóricas.
El trono, obra de Melchor Gutiérrez San Martín en 1992, está realizado en madera y destaca la composición y disposición en pergaminos, propios del Evangelista.